Las claves para emprender en pareja
Si arrancar un emprendimiento solo ya es todo un desafío, armarlo de a dos puede ser una gran aventura. Dicen que no es bueno mezclar trabajo con amor, pero estas tres parejas sortearon los obstáculos y hoy son socios en casa y en la oficina.
«Ay… cuando tenga mi marca de té», soñaba Victoria Bisogno (41) en voz alta en su casa en el año 2008. Su marido, Martín Frangioli (41), la escuchó y soltó: «¿por qué no?». Así nació primero Charming Blends, la producción de blends artesanales y luego El Club del Té, desde donde transmiten la cultura de esta milenaria infusión a través de cursos y seminarios.
La vida de Victoria siempre estuvo atravesada por el té, desde esas mañanas en el jardín de la casa de su abuela materna, cuando «aparecían mariposas justo cuando ella servía el té».
En cambio, Martín adoraba el mate. Cuando conoció a Martín, ella –ingeniera de profesión– trabajaba en AES, una empresa norteamericana de energía y él –también ingeniero–, en Transportadora de Gas del Norte. Se pusieron de novios y ella le fue contagiando tanto entusiasmo por el té que pusieron primera y empezaron a blendear.
Durante un año y medio lo hicieron simultáneamente con sus trabajos, hasta que el día les quedó corto y decidieron que primero ella renunciaría a su empleo: un año y medio más tarde, también lo hizo él. «En los inicios trabajábamos juntos hasta 14 horas por día en casa. ¡Era terrible! Hoy trabajamos en oficinas separadas y con roles bien definidos. Así no nos pisamos», agrega él.
Victoria destaca la gran ventaja de emprender con la pareja: «Lo hermoso de trabajar juntos es compartir la pasión, nos encanta y nos divierte lo que hacemos», explica.
Ella se ocupa de los contenidos de los cursos y seminarios, de dar personalmente las charlas junto a un equipo de profesores que ella capacitó y de escribir libros vinculados a la cultura del té.
Él se encarga de la gestión y de las finanzas. Martín confiesa que el camino hasta llegar a la armonía fue largo y de puro aprendizaje. «Después de varios años hemos logrado un buen resultado trabajando en pareja, pero tuvimos que aprender. Pasamos por entrenamientos de varios tipos, como un psicólogo de pareja –que funciona como un árbitro y al ser neutral no permite que uno se escape por la tangente–, psicólogos individuales y leímos sobre cómo trabajar en pareja. Eso ayudó un montón».
RECONOCER FUERZAS Y DEBILIDADES. Javier Sánchez (36) y Julieta Guilligan (32) se conocieron hace años trabajando en un restaurante de Miami, Estados Unidos. Se enamoraron, volvieron al país, fueron papás y reiniciaron sus vidas profesionales trabajando en un mayorista de productos alimenticios, atendiendo a clientes en todo el país, hasta que les picó el bichito de hacer algo propio.
Con el guiño del exjefe –quien los llenó de consejos y buenas ideas– empezaron a meterse en el mundo de los frigoríficos, la carne, el barrio de Mataderos. Un universo totalmente desconocido pero que les resultaba atractivo.
Así fue como en 2014 nació Sobe, un emprendimiento dedicado a la venta y distribución de carnes envasadas en el que supieron complementar sus temperamentos. «A mí siempre me faltó una guía para acomodar mis ideas jugadas, los negocios que no me cuesta nada imaginar», dice Javier, riéndose.
«Ella es mi cable a tierra, me dice si mi idea es viable o si es una locura», confiesa él e ilustra el optimismo de su mujer: «Hemos pasado momentos difíciles. El año pasado tuvimos un bajón bastante importante y sentí que no podíamos más, que se terminaba ahí la historia y ella me dio fuerzas y seguimos buscando opciones nuevas, clientes nuevos, frigoríficos y entre los dos levantamos rápidamente y terminamos un muy lindo 2017». Ella recibe el elogio y también cuenta que se complementan bien: «Él sabe manejar la calle, buscar clientes y hacer las ventas, y yo, que soy ordenada y expeditiva, me ocupo de lo administrativo.» Reconocer sus fortalezas y debilidades, aseguran, los ayudó a organizar el emprendimiento.
Convivir en casa y en la oficina no es fácil. Lo viven. Lo cuentan. Suelen generarse rispideces que sólo la palabra, la paciencia y las ganas pueden resolver. Esta pareja de emprendedores se puso una regla que les resulta sana: «Tratamos de respetar los horarios de la cena y no hablar de trabajo mientras comemos con nuestra hija. Aunque muchas veces se nos hace difícil no hablar de algún cliente o de algún tema pendiente que haya quedado en el día. Pero es importante hacer el intento para poder cortar y volver a ser marido y mujer,» dice ella feliz con su forma de vida.
COMPARTIR LA PASIÓN. Marcela de Loredo tiene 35 años y hasta hace tres meses era la responsable de Comunicación Digital del PAMI. Él se llama Marcelo Vijnovsky, estudió Administración de Empresas, tiene su misma edad y fue director de una radio hasta hace apenas algunas semanas. Son novios y socios en Mate & CO, un emprendimiento que revaloriza la yerba mate con blends de yerba orgánica que incluye especias, hierbas y flores. Lo que empezaron a modo de hobby hace dos años (paralelamente a sus trabajos en relación de dependencia) les empezó a demandar mucho tiempo y por eso decidieron apostar a todo o nada. Renunciaron a sus trabajos y hoy, mate va, mate viene, piensan en el negocio, gestionan, crean y venden un producto del que, aseguran, ya son «adictos».
Juntos en casa y trabajando a menos de un metro de distancia en la oficina todo el día. ¿Es posible no saturarse? «No es fácil verse todo el día y no llevar las diferencias de casa al trabajo y viceversa», asegura Marcela, invitando con un mate chai.
Confiesa que desde que trabajan juntos, ella arma planes con sus amigas después de las 18, a diferencia de antes, cuando la ansiedad de verse después del trabajo era mayor. Martín destaca que gracias a años de terapia aprendió que lo mejor es hablar de trabajo sólo en la oficina y que la división de roles debe ser clara desde el principio para evitar roces. «En nuestro caso está hecha naturalmente por el perfil de cada uno. Marce es más mandada, creativa y se ocupa de la comunicación, la imagen y las redes. En cambio, yo pienso más todo, planifico mucho y por eso me ocupo de la gestión», explica él. Una buena decisión fue sumar a Jimena Corchuelo Blasco, una socia «que desempata cuando hace falta», dice Marcela entre risas.
Recuerdan sus inicios, cuando empezaban a darle forma a este desafío de 19 a 22 (al volver de sus respectivas oficinas) y participaban en ferias los fines de semana. Hoy cuentan con la venta online y sus productos se pueden encontrar en más de 50 locales. Ellos –reconocen a dúo– encontraron el equilibrio y saben cuándo es un buen momento para darle descanso a la bombilla y salir a tomar una cerveza.